Millón de Monos

Weblog de Manuel Aristarán

Participación ciudadana online: y dale con Pernía

La Municipalidad de Bahía Blanca anunció un “sistema online de participación ciudadana”. Opino que es una mala idea, e intentaré explicar por qué.

Cuando opino de política, hablo porque es gratis. Salvo mi interés, y algún que otro libro que he leído, no tengo formación pertinente. Sobre tecnologías aplicadas a la actividad cívica, creo poder hablar con un poco de conocimiento del asunto.

Establezco mis credenciales: por interés personal, hace 10 años construí una herramienta que se llamó Gasto Público Bahiense. Tuvo mucha más repercusión de la que imaginaba, y me llevó por un camino que “terminó” en una maestría en el MIT Media Lab, donde me dediqué a investigar cuestiones relacionadas y construir tecnologías que se inscriben en estas áreas.

Hace 10 años, las tecnologías aplicadas a la participación cívica estaban en auge. Fui partícipe activo y a veces protagonista de esos movimientos durante su máxima popularidad. Participé como disertante y asistente en decenas de conferencias dedicadas al tema en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. Muchas de esas charlas están en YouTube, pueden buscarlas. Fui parte de varios equipos que construyeron “tecnología cívica”. A veces me pagaron, pero casi siempre lo hice ad-honorem y por puro interés profesional.

Me formé como programador de computadoras. Los técnicos solemos pecar de ingenuos cuando, con buena voluntad, ofrecemos desplegar nuestros artilugios en complejas cuestiones socio-políticas. La participación ciudadana es una de esas problemáticas. Durante la inevitable pérdida de inocencia que sufrí en mi devenir en el campo de la tecnología cívica, aprendí que el diseño de una herramienta aplicada a lo sociopolítico es un hecho político. Las computadoras ofrecen una ambigüedad delicada: apagadas, son maquinaria neutral. Encendidas, ejecutan programas que no lo son, pues fueron construídos por seres humanos.

No hablo de fraude o manipulación: casi siempre, esas son cosas de paranoicos (otra clase de inocentes). Aquí, incurrimos en una parcialidad involuntaria. Por ejemplo: ¿quiénes tienen acceso a los dispositivos necesarios para “participar” de manera online? ¿cuáles serán los mecanismos de participación? ¿Quién construyó los sistemas? ¿Serán vinculantes las consultas?

Evgeny Morozov, un autor muy antipático pero que suele ser bastante agudo, habla de “solucionismo”. Es decir, tirarle computadoras a un problema complejo. Esto que parece estar impulsando la Municipalidad —cuando veamos algo concreto intentaré volver a opinar—, es solucionismo de manual. Están tirándole computadoras a un problema que, sospecho, no entienden y no tienen voluntad de entender. Y a juzgar por los productos tecnológicos que construye la Municipalidad, tampoco entienden de computadoras.

La mentada “participación ciudadana” no se activa con un botón, ni con un “Me gusta”. La participación ciudadana se educa, se contruye, se permite. Dudo mucho que la gestión municipal que encabeza Hector Gay (que difícilmente quede en la historia por su vocación democrática y participativa) sea capaz de llevar adelante un proyecto de estas características.

Hoy ya no participo de los movimientos de Datos Abiertos y Gobierno Abierto. Descubrí que no tengo ni me interesa desarrollar el el temple necesario para lidiar con el sector público. Pero habité ese campo durante una parte importante de mi carrera profesional, por ende sigo el tema con interés.

En la cancha se verán los pingos. No obstante, habiendo visto varias de estas iniciativas en Argentina y en todo el mundo, es muy probable que esto que el Municipio anuncia con bombos, platillos y pocos detalles, desaparezca en muy poco tiempo.